miércoles, 10 de noviembre de 2021

Ruta del Celorio y hayedo Boyariza... nuestro mundo en otoño

 

"Las hayas son la leyenda.
Alguien, en las viejas hayas,
leía una historia horrenda
de crímenes y batallas.
¿Quién ha visto sin temblar
un hayedo en un pinar?"

Antonio Machado


Nieve por las cumbres,
barro en nuestros pies,
así es el otoño
el mundo al revés.
Asombrado me hayo
por tanta belleza,
por tanto color y tanta grandeza,
de este bien hallado
hayedo nombrado 
de la Boyariza.
No menos preciada
y contigua senda, 
que comparte enclave,
rigor y mi elogio,
con su cuento escrito
la hemos caminado,
leído y gozado.
Y al final en alto
donde el camposanto
hemos conocido
al pobre Celorio
y a su amigo el Paco.

               Paco Galán   


 Cuando éramos mas jóvenes, ya tuvimos nuestras idas y venidas, no voy a decir que fueron muchas y muy seguidas, porque no fue así, pero todas las excursiones que hicimos las disfrutamos a tope. La prueba de ello es que nos acordamos de todas ellas. 

 Ésta que corresponde a la semana del puente del día 1, tuvo que ser aplazada por temas meteorológicos, así este 6 de noviembre partíamos a las 7:30 de la mañana rumbo León, concretamente Vega de Gordón, donde está situado el restaurante donde desayunamos.

Llenos de pastas, café y tostadas con jamón, de nuevo a los coches para acercarnos en breves minutos al aparcamiento donde iniciamos la ruta del Celorio, primera parte del total que planeábamos hacer. Antes cabe destacar que al coche de Jose y Dolores, donde iban también Carlos y Loli, les paró la guardia civil en un control de documentación, comprobado esto, el guardia le pregunta a Jose: "¿son ustedes convivientes?" , con los nervios Jose contesta: SI. Menos mal que no siguió el interrogatorio porque Carlos ya ponía las dos muñecas para que le esposara el señor guardia. 

Anécdotas aparte, el día aunque fresco amaneció soleado y aún con las risas de lo ocurrido comenzamos ruta, esta vez con dos jóvenes que inconscientemente se atrevieron a venir con nosotros, Diego y Ricardo, su tarea fue: uno grabar con el dron y el otro con el estabilizador, con lo que les tuvimos entretenidos toda la mañana.

El recorrido eran dos rutas unidas, la del Celorio de 5,5 km, llamada así por tener escrito a lo largo de ella, la historia del pobre Celorio...un personaje curioso. Tenéis toda la información y la historia AQUI ., y seguida la del hayedo de Boyariza, que son unos 8 kilómetros.

Centrándonos en nuestro primer recorrido que son unos 5,5 kilómetros, ataviados con todo tipo de dispositivos para plasmar testimonio de lo visto y vivido, comenzamos ligeramente a subir hasta el pequeño pueblecillo de Paradilla. Este primer tramo se hizo ameno, no tiene ninguna dificultad y, aunque sube hasta el susodicho pueblo, es fácil de andar. Apostados en alto del pueblo, junto a la ermita y el cementerio, las vistas que ofrece el lugar son recomendables 100%, aprovechamos para grabar videos, hacer fotos, y volar el dron  de Diego que ve más allá que nosotros y nos ha ofrecido unas imágenes espectaculares de la zona. 

El resto de ésta ruta es todo hacia abajo, con algunos tramos algo más complicados, nada que no se pueda salvar. Todos los componentes de la expedición se vieron abocados a las puertas del susodicho hayedo de la Boyariza que, realmente era la finalidad del viaje. El camino ahora llano, se hizo algo cansino por el barro acumulado, todo debido a las lluvias caídas los anteriores días y de algo que nos sorprendió encontrar, nieve a esas alturas. Ya la vimos desde lo alto de Paradilla, y el dron nos dio una imagen de como estaba todo nevado, pero no pensamos verla tan cerca.  Adentrados unos kilómetros en aquél bosque, con el río en paralelo, y gustándonos lo que veíamos a nuestro alrededor, algunos reclamábamos la hora de dar cuenta del bocadillo, al rato de comentarlo, vimos un sitio saliendo de la sombra, donde daba de pleno el sol, y allí sentados en las piedras, que hicieron la vez de mesas y sillas, nos comimos los correspondientes bocatas. Con el estomago lleno puede que se ande peor, pero se piensa mejor, y al llegar al punto donde indicaba el desvío a la cascada, hubo un pequeño impás, para decidir que hacer, si darnos la vuelta o seguir  en el hayedo, realmente ese era el comienzo del corazón del bosque, solo que lo que quedaba por recorrer era cuesta arriba cuatro kilómetros, y casi otros tantos de bajada que desconocíamos de su dificultad. Antes de que las mujeres y Ricardo se volviesen por donde habíamos venido, decidiendo no continuar el resto de la ruta, nos acercamos a la nombrada cascada, Diego subió las escaleras insertadas en la roca haciendo de explorador, vimos que estaba todo muy resbaladizo, con el peligro correspondiente y lo dejamos. Otra vez apostados en el punto anterior, nos separamos unos hacia arriba y otros a volver a los coches por el camino corto.

Los que subimos vimos la nieve de cerca, la pisamos y la sentimos, pero también nos tocó sudar los cuatro kilómetros de ascensión. Mereció la pena el esfuerzo pues en lo alto encontramos un amplio espacio nevado entre sol y sombra dibujando las crestas de las montañas que nos rodeaban en ese momento. El dron nos descubrió el lugar y quedamos sorprendidos del espectáculo.

Ahora solo quedaba bajar los otros tantos kilómetros que nos llevasen al pueblo de Geras donde antes de llegar contactamos con el resto para que se acercaran con el coche y así tomar un café. Así se hizo y tras comprar algún que otro producto de la zona y tomarnos el refrigerio, partimos de vuelta a casa con la satisfacción de haber pasado otro gran día. 

Para finalizar el día, nos fuimos todos a Tudela a cenar los restos de tortillas que sobraron de la comida. Esta vez no pondré enlaces a las fotos son demasiadas y se nos están llenando los discos duros. En su defecto pongo aquí unas pocas. 



 



















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